Demencia y problemas de alimentación
Es posible que una persona con demencia no sea capaz de reconocer cuándo tiene sed o de comunicar su sed. Esto significa que puede ser difícil para ellos beber los ocho o diez vasos o tazas de líquido recomendados al día. Puede intentarlo:
Algunos problemas de alimentación y bebida asociados a la demencia pueden llevar a la pérdida de peso y a la desnutrición. Aunque los problemas pueden estar directamente relacionados con su demencia, puede haber problemas médicos subyacentes como:
Si ha notado cambios en el apetito de la persona, en sus hábitos de comer o beber, es una buena idea reservar una revisión con su médico de cabecera o dentista para descartar otras causas. No comer ni beber lo suficiente puede provocar problemas como la deshidratación, el estreñimiento, las infecciones del tracto urinario (ITU) y la pérdida de peso, que pueden empeorar los síntomas de la demencia.
Mientras que a la mayoría de los jóvenes se les aconseja seguir una dieta baja en grasas y azúcares, las personas mayores y las que padecen demencia necesitan más nutrientes, proteínas y calorías. Lo ideal es que también tomen un suplemento de vitamina D de 10 microgramos (disponible en farmacias) todos los días.
Alimentos blandos para pacientes con demencia
Las personas que viven con Alzheimer o demencia suelen comer menos de lo que solían. Esto puede deberse a problemas médicos relacionados con la masticación, la deglución o la digestión de los alimentos. A veces, las personas simplemente pierden el interés por la comida. Esto puede ocurrir por una larga lista de razones, como la pérdida del gusto, la capacidad olfativa, la pérdida de memoria y el pensar que ya han comido. La capacidad y el deseo de comer tienden a empeorar a medida que avanza la enfermedad, y asegurarse de que una persona con demencia ingiera una comida nutritiva, o coma lo suficiente, puede convertirse en un verdadero problema práctico y emocional para el cuidador. Hemos recopilado aquí una lista de 8 consejos prácticos para ayudar a alguien con demencia a comer más.1. El color del plato importaEn un estudio realizado en la Universidad de Boston, los investigadores descubrieron que los pacientes que comían en platos rojos consumían un 25% más de comida que los que comían en platos blancos. Esto parece estar relacionado con la forma en que una persona con demencia ve la comida en el plato. Si no puede ver realmente la comida porque está en un fondo blanco, es mucho menos probable que la coma.
Purés para pacientes con demencia
Los dos tipos más comunes de demencia, la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular, afectan a la memoria, el lenguaje, la capacidad de pensar, la capacidad de atención y la percepción. Estas características suponen un reto para la alimentación y la nutrición. Junto con los cambios relacionados con la edad en el apetito, la sed y el sentido del olfato y el gusto, la demencia puede suscitar dificultades con los comportamientos alimentarios y la hora de comer. Aquí hay algunos consejos para mantener y fortalecer el estado nutricional de las personas con demencia:
Ya que las personas con demencia pueden estar confundidas y abrumadas, es mejor mantener la hora de la comida simple y minimizar las distracciones. Los centros de mesa, los cubiertos adicionales y los alimentos múltiples pueden causar confusión. Ofrecer uno o dos alimentos a la vez puede aumentar la concentración y el consumo de alimentos.
Algunas personas se benefician de un entorno tranquilo, sin televisores, música alta, conversaciones que distraigan, zonas con mayor tránsito de personas o ventanas. Recuerde también que pueden ser necesarias las indicaciones verbales y la preparación de los alimentos, como abrir los recipientes, quitar las tapas y sacar los cubiertos del envase.
La demencia en fase tardía no come
Hay formas relativamente sencillas de determinar si la negativa a comer es sólo temporal o puede ser un indicio del final de la vida. Una de las mejores y más exitosas maneras de hacer que una persona comience a comer de nuevo es darle a su ser querido su comida favorita, a menudo un dulce. La última comida de mi padre fueron tres bocados de pastel de crema de coco de Village Inn que le di con una cuchara.
Como me dijo una enfermera hacia el final del viaje de papá: “Su negativa a comer es su última pizca de dignidad; lo último que pueden controlar”. Descubrí que ese sentimiento era válido para papá, que siempre solía decir con desprecio: “¡Hay que comer para sobrevivir!”. Papá, que vivió durante muchos años con una degeneración frontotemporal variante del comportamiento, o Pick, siempre decía que ninguna comida le sabía bien. Pero durante años se obligó a comer de todos modos.
La medicina moderna ha creado formas de alimentar a las personas que no pueden o no quieren comer: tubos de alimentación colocados directamente en el estómago o por vía intranasal. Sin embargo, la opinión generalizada es que las sondas de alimentación son una mala idea, sobre todo para los pacientes con demencia en fase avanzada.