Por qué los pacientes con demencia no quieren comer
Los dos tipos más comunes de demencia, la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular, afectan a la memoria, el lenguaje, la capacidad de pensar, la capacidad de atención y la percepción. Estas características suponen un reto para la alimentación y la nutrición. Junto con los cambios relacionados con la edad en el apetito, la sed y el sentido del olfato y el gusto, la demencia puede suscitar dificultades con los comportamientos alimentarios y la hora de comer. Aquí hay algunos consejos para mantener y fortalecer el estado nutricional de las personas con demencia:
Ya que las personas con demencia pueden estar confundidas y abrumadas, es mejor mantener la hora de la comida simple y minimizar las distracciones. Los centros de mesa, los cubiertos adicionales y los alimentos múltiples pueden causar confusión. Ofrecer uno o dos alimentos a la vez puede aumentar la concentración y el consumo de alimentos.
Algunas personas se benefician de un entorno tranquilo, sin televisores, música alta, conversaciones que distraigan, zonas con mayor tránsito de personas o ventanas. Recuerde también que pueden ser necesarias las indicaciones verbales y la preparación de los alimentos, como abrir los recipientes, quitar las tapas y sacar los cubiertos del envase.
Alimentos blandos para pacientes con demencia
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Pacientes con demencia que se niegan a comer
Hay formas relativamente sencillas de determinar si la negativa a comer es sólo temporal o puede ser un indicio del final de la vida. Una de las mejores y más exitosas formas de conseguir que una persona vuelva a comer es darle a su ser querido su comida favorita, a menudo un dulce. La última comida de mi padre fueron tres bocados de pastel de crema de coco de Village Inn que le di con una cuchara.
Como me dijo una enfermera hacia el final del viaje de papá: “Su negativa a comer es su última pizca de dignidad; lo último que pueden controlar”. Descubrí que ese sentimiento era válido para papá, que siempre solía decir con desprecio: “¡Hay que comer para sobrevivir!”. Papá, que vivió durante muchos años con una degeneración frontotemporal variante del comportamiento, o Pick, siempre decía que ninguna comida le sabía bien. Pero durante años se obligó a comer de todos modos.
La medicina moderna ha creado formas de alimentar a las personas que no pueden o no quieren comer: tubos de alimentación colocados directamente en el estómago o por vía intranasal. Sin embargo, la opinión generalizada es que las sondas de alimentación son una mala idea, sobre todo para los pacientes con demencia en fase avanzada.
El Alzheimer no se come la esperanza de vida
La demencia es una enfermedad progresiva del cerebro y a menudo se asocia con confusión, agitación y olvido. Si usted apoya o cuida a una persona con demencia, habrá notado que la hora de la comida puede ser especialmente difícil.
Por ejemplo, se niega a abrir la boca o escupe la comida. Esto puede deberse a que la persona ya no reconoce la comida que tiene delante o no le gustan ciertas texturas y sabores. Esto puede ocurrir incluso con alimentos que antes le gustaban. También puede deberse a que la persona tenga dificultades para masticar o tragar la comida. Si este es el caso, compruebe si la dentadura postiza está floja o si le duelen las encías o los dientes sueltos. Recuerde que una persona con demencia puede no ser capaz de comunicarle estos problemas.
Esté atento a signos o síntomas sutiles como toser después de comer o beber o tardar mucho tiempo en masticar y tragar los alimentos. Esto puede requerir una investigación más profunda por parte de un terapeuta del habla y el lenguaje. Pide a tu médico de cabecera que te derive a un especialista.