Osmorregulación en invertebrados slideshare
Si alguna vez has jugado en aguas poco profundas, es posible que hayas utilizado tus pies para empujar el fondo y fingir que salías del agua como una ballena o un delfín. Al hacerlo, te habrás dado cuenta de que es difícil sacar todo el cuerpo del agua. ¿A qué se debe esto? En primer lugar, al igual que cuando saltas en tierra, la gravedad actúa en tu contra. En segundo lugar, el agua es 800 veces más densa que el aire, lo que provoca una gran resistencia. Tienes que hacer un gran esfuerzo para trabajar contra estas fuerzas y romper la superficie del agua. Ahora imagina cuánto esfuerzo necesita una ballena de varios miles de kilos para saltar fuera del agua. ¿Por qué iban a realizar actividades tan costosas desde el punto de vista energético?
Las ballenas dentadas pequeñas, como los delfines, son más propensas a marearse. La marea negra es una forma de salto que se define como un salto a gran velocidad alternado con períodos de natación cerca de la superficie. Como el aire es menos denso que el agua, el acto de saltar mientras se desplaza a gran velocidad gasta menos energía que si permanece en el agua. El porpoising se relaciona más a menudo con actos de caza cuando la velocidad es esencial. Vea este vídeo de una manada haciendo mareas.
Longitud media del percebe
Figura 1. La tolerancia a las salinidades más bajas (PSU; 25 PSU ≈ 715 mOsm kg-1) reportada en estudios experimentales publicados para 20 especies de percebes (para las referencias, véase la Tabla Suplementaria S2). Los estudios incluidos son muy diversos en cuanto a los métodos, la etapa de vida incluida y las variables de respuesta medidas (para más detalles, véase la Tabla Suplementaria S1), y esta visión general sólo ofrece una visión aproximada de la variabilidad interespecífica en la tolerancia a la salinidad.
A pesar de la gran importancia ecológica y evolutiva que puede tener la amplia tolerancia a la salinidad en los percebes eurihalinos, se sabe poco sobre los mecanismos que les permiten sobrevivir y reproducirse en ambientes salobres. Solo unos pocos estudios han investigado la capacidad osmorreguladora de los percebes (Fyhn, 1976; Gohad et al., 2009); sin embargo, la información fisiológica y molecular es muy limitada (Lind et al., 2013, 2017). El mayor desafío para los invertebrados marinos en ambientes salobres es evitar la hinchazón y mantener concentraciones funcionales de iones esenciales (Prosser, 1973; Pequeux, 1995; Withers, 1996). Los percebes eurihalinos han invadido repetidamente los estuarios y las aguas salobres y pueden ofrecer una visión mecanicista de la evolución paralela de las adaptaciones a una vida a bajas salinidades (Lee y Bell, 1999). Aunque Fyhn (1976) demostró una capacidad osmorreguladora en los percebes, aún no se sabe nada sobre la localización de las funciones osmorreguladoras o los mecanismos celulares de estas regulaciones. Además, no se sabe nada sobre la posible diversidad mecánica de las estrategias de osmorregulación entre los percebes eurihalinos y por qué las especies difieren en su grado de tolerancia (Figura 1).
Relación pene-cuerpo del percebe
Los organismos de los percebes en el océano abierto están cada vez más asociados a los desechos plásticos flotantes, que han complementado los sustratos naturales como la piedra pómez y las macroalgas (Thiel & Gutow, 2005a). Dos especies de percebes lepadomorfos (Lepas anatifera y Lepas pacifica) están muy extendidas por todo el Giro Subtropical del Pacífico Norte (NPSG) y con frecuencia dominan el conjunto de balsas (Tsikhon-Lukanina, Reznichenko & Nikolaeva, 2001). (Una tercera especie, Lepas (Dosima) fascularis, forma su propio flotador al final de la etapa juvenil y deriva de forma independiente, por lo que no es un componente importante del conjunto de balsas; Newman & Abbott, 1980). Estos percebes son omnívoros, se alimentan de forma oportunista del zooplancton neustónico, y se dice que “ocupan una posición singular al tener más fuentes de alimento a las que recurrir que cualquier otro organismo del neuston (Bieri, 1966)”. Los percebes son presa de los cangrejos epipelágicos omnívoros y del nudibranquio balsero Fiona pinnata (Bieri, 1966; Davenport, 1992).
Adaptaciones del percebe
IntroducciónEl número de especies no autóctonas introducidas en los hábitats costeros y estuarinos ha aumentado de forma espectacular durante el último siglo, en gran parte debido a las actividades antropogénicas, como el aumento de la intensidad del transporte marítimo y el comercio de la acuicultura [1,2]. En muchos casos, estas introducciones han provocado importantes alteraciones en los ecosistemas nativos, así como pérdidas económicas, y las invasiones biológicas se consideran hoy en día un importante factor de cambio ambiental global y una amenaza para la biodiversidad [3-5]. El conocimiento de la estructura genética y la dinámica de dispersión de las especies no autóctonas es importante no sólo para la gestión de las especies invasoras, sino también para mejorar nuestra comprensión de los procesos ecológicos y evolutivos relacionados con la colonización de nuevos entornos, por ejemplo, el papel de la diversidad genética, los rasgos del ciclo vital, la tolerancia ambiental y el flujo de genes a través de la dispersión larvaria, para el éxito de las invasiones [6-9].
La dinámica de la dispersión en el ámbito marino es generalmente compleja y no se conoce bien [10]. La dispersión de las larvas a la deriva no sólo depende de las condiciones oceanográficas, sino también de las características del ciclo vital de cada especie, como la forma de las larvas, la capacidad de nadar, los modos de nutrición y el momento de la reproducción [11,12]. En general, tradicionalmente se espera que las especies con capacidad de dispersión a grandes distancias tengan una estructura poblacional débil, ya que unos pocos migrantes pueden ser suficientes para homogeneizar la variación genética local [13,14]. Sin embargo, múltiples estudios han mostrado una diferenciación genética sorprendentemente grande a pequeñas escalas geográficas en una serie de especies marinas con dispersión larvaria pelágica [15-20]. La diferenciación genética entre poblaciones a pesar del elevado flujo genético puede ser, por ejemplo, el resultado de un asentamiento no aleatorio o de la selección a través de la mortalidad posterior al asentamiento [21-23]. Además de la dispersión larvaria natural, la translocación mediada por el hombre suele aumentar la complejidad de los patrones genéticos observados [24-26].